Wednesday, December 29, 2010
MGMT, la droga que no daña a la salud.
Puerta del Ángel, Madrid, 19h00, de camino al recinto:
Al salir del metro de Príncipe Pío, caminé con un ritmo elevado hacia el Paseo de la Virgen del Puerto para llegar cuanto antes a la sala “La Riviera” (“Bohemia” dicen que se llama ahora) donde tocaban MGMT, un grupo que emergió de las entrañas neoyorkinas para ofrecer al mundo un estilo que no se venía trabajando o por lo menos no conoció tanto éxito en los últimos años: el pop psicodélico. Mientras caminaba por ahí con mis Adidas Vespa y mi gorro peruano, un atracador podría haberse encontrado de todo en mis bolsillos, de todo salvo una entrada que ponga “MGMT-Sala La Riviera-Apertura de puertas 20h”. Las entradas habían salido en abril y no tenía prisas en adquirirlas, ingenuo que fui, a finales de julio quedaban exactamente 0,00.
Aún no había mucha gente haciendo cola, con el fresco que hacía no te vayas a extrañar, me metí en la cola y esperé a Álvaro que tenía que pasarme el € para la entrada. Pocas veces te toparás con un tío más pacífico y tranquilo que Bravo (de su apellido) y, además, gran amante del rock. Sus greñas le podrían facilitar el billete para los años 60’. Álvaro es un chico que conoce la luna mejor que Neil Armastrong, siempre está ahí, y a pesar de que muchas veces llegue tarde a los lugares, es imposible que haya mal rollo con esta persona, demasiado buena. Una de las razones por las que me quedé sin el papelito mágico fue por un malentendido que tuve con Álvaro durante julio, pero yo no podía perderme este concierto, demasiadas veces floté y volé con esta música como para perdérmela en directo, así que aguanté en la cola, pidiéndole a un tío que vendía una entrada que me la guardase.
Sala “La Riviera”, 19h30, estudiando el material:
Aún no había visto ningún concierto en “La Riviera”; he presenciado tan buenos grupos como “Mystery Jets” o “The Wombats” en las pequeñas salas “Moby Dick” y “Heineken” respectivamente que para la que estaba haciendo cola me parecía una normalita. Sin embargo, ver a los miembros del grupo ir tranquilamente a los autobuses aparcados justo en frente de nosotros me hizo entender que la interacción sería bastante íntima. Me fascinaba ver a los artistas mezclándose, de un cierto modo, a la gente que iba a verlos. Puede que el creer tanto en este grupo y en lo que aportará en el futuro me hace colocarlo ya en un sitio en el que tal vez no está aún, o en el que tal vez nunca estará, aunque creo que las cifras por ahora me dan la razón. Las puertas abrían dentro de media hora y ya comenzaba a helarme mientras buscaba a Álvaro en el repertorio del iPhone, llegaría a La Riviera “dentro de diez minutos”. A las ocho, con las puertas abiertas, sin entrada y con el tío amenazándome con vender la que me tenía reservada, mi quinto Beatle (con permiso de George Best) seguía sin aparecer. Cuando por fin llega Álvaro, encontramos a otro tipo que vende una entrada al mismo precio. Por otro lado se encontraba Andrew (Vanwyngarden), el líder del conjunto, firmando autógrafos en la entrada para artistas, nunca acabaré creyéndome que esa cara angelical sea la de un hombre de 27 años. Tenía mi billete al mundo psicotrópico.
En “La Riviera”, 20h09 , tiempo de embarque:
La sala es bastante grande, sin llegar a la categoría de los denominados “estadios”, pero toda la gente que estuvo haciendo cola delante y tras mío ocupaba una pequeña porción del lugar, sorprendiéndome alegremente. Pudimos situarnos bastante cerca, justo al lado de una barra con Red Bulls a 6€. Realmente debería agradecer al frío por dejar a los asistentes en casa hasta bien acercado el horario del show. Los teloneros, cuyo nombre sigo sin saber, fueron bastante entretenidos, aunque no creo que hayan conseguido calentar al público, sobre todo en un concierto como el de MGMT, en el que la interacción sería ante todo musical; un karma más difícil y lento de alcanzar.
La Riviera, 21h03, despegue:
Los integrantes entran con unos diez minutos de retraso sobre el escenario al son de un sonido de flauta tribal que recuerda te sitúa a orillas del Orinoco en el Amazonas. Cinco segundos para colocarse y empieza a sonar la melodía inicial de “Time to Pretend”, menuda forma de enchufar nada más comenzar.
http://www.youtube.com/watch?v=CAW2pTprnZs
El sonido es bastante bueno, tal vez porque estoy cerca (dicen en los foros que la acústica no es muy buena). La escenografía es simple, una lona en el fondo y un simple juego de luces que ofrecen exclusivamente el protagonismo a las melodías alegres y lejanas del primer bombazo de “The ManaGeMenT”. Esta primera canción me agilipolla totalmente, he despegado del mundo racional y ya puedo apreciar y sentir ese mundo psicotrópico a la vez que esa euforia siempre presente en los conciertos. Al acabar la canción recuerdo los tiempos en los que descubría a MGMT allá por 2oo8, junto a Alex Tejedor en la planta indie de Wasabi. Presentación de “Congratulations” con “Song for Dan Treacy”, que no conozco aún muy bien, sigue “Weekend Wars”, también una vieja conocida de las masas ahí presentes. La siguiente parada es una de mis canciones preferidas del segundo álbum y que me gustó desde el principio, “I found a whistle”, esa tranquila y surrealista (como muchas de sus canciones) canción entorno a un silbato. “Flash delirium” (de clip absolutamente delirante) viene a continuación; la había escuchado alguna vez, omitiéndola para centrarme en “I found a whistle”, “It’s working” o “Someone’s missing”. Ahora me cuesta pasar de ella al encender mi iPhone, y a pesar de que la letra sea algo escalofriante, ese crescendo a lo largo de los cuatro minutos de canción está lleno de energía.
http://www.youtube.com/watch?v=avqJnaSJoig
“Electric Feel” fue el siguiente punto de excitación general tras “Of Moons, Birds & Monsters” y “It’s working”, con una letra más simple y fácil de memorizar, la mayoría de nosotros hacemos escala en esa tribu en la que Andrew conoce a la chica-electricidad.
http://www.youtube.com/watch?v=2tSKk2lW0go&feature=related
La escala más larga se da tras pasar por “The Youth” y “Destrokk” y se denomina “Siberian Breaks”. Esta canción ambiental de doce minutos es a sí misma un mini-álbum, una conexión de diferentes canciones, melodías, sueños y paisajes. Es difícil mantenerse enganchado durante una canción tan larga y ambiental pero a medida que miraba a la gente de mi alrededor los ahí presentes observaban y escuchaban alucinados como un niño delante del “Cortilandia”. Una de esas partes (parcialmente instrumental) me recuerda increíblemente a una melodía escuchada en “La Naranja Mecánica”, no recuerdo bien en qué momento de la película era. Tras un final que te lleva de paseo por las estrellas mediante unos sonidos sintetizados que recuerdan a un peli de ciencia-ficción, veo a Andrew que deja la guitarra para no volver a colocarse otra, la única canción que me sepa de Andrew sin rascar es “Kids”, que efectivamente es el tema que sigue. Excitación, ahora se puede notar alguna que otra marea. En mi exaltación del momento me separo de mis compañeros y me encuentro coreando la melodía y letra de la primera canción que descubrí de MGMT en octubre de 2008. Me parece que instrumentalmente es playback pero en ese momento la verdad da casi lo mismo, lo que importa esta vez es poder estar con la gente desafinando una canción más rítmica y dance, ver a los dos fundadores del grupo sonreír y pasarla bien con nosotros y, como se venía haciendo durante el concierto, seguir viajando.
http://www.youtube.com/watch?v=uBLYqwCwrhQ&feature=related
Sigue “Brian Eno”, el bis, “The Handshake” y “Congratulations”, para felicitarnos por ser un público cojonudo ya sabes. Faltó en mi opinión “Pieces of what” como canción de clausura, pero es navidad pronto, acabamos de asistir a un buen concierto con buena gente y por tanto, no importa.
Al final me encuentro con los chicos y decidimos darnos prisa para recoger las cosas en el vestuario, me volveré a perder como viene haciéndose habitual este año, y tras no obtener respuesta a la llamada de Álvaro, decido volver a casa. El cansancio me consume, la vuelta a la realidad es fría, espontánea. Necesito dormir.
23h23, Metro Puerta del Ángel, reflexión:
Varias veces leí que los directos de la banda no eran buenos, no sé qué es exactamente un buen directo, pero sé que un buen directo (como uno malo) puede tomar diferentes formas. Otros factores pueden determinar que sea un directo de calidad o no. Por ejemplo hace dos años vi a Bob Dylan en el Rock in Rio de Madrid, y el fallo sin duda para mí fue el entorno. Su música y letra tan líricas no se acoplan bien al concepto de mega concierto, en un enorme espacio abierto, sobre un escenario inmenso y con el público a 20 metros del artista. Ese entorno requiere una aportación escénica espectacular (juegos de luces, pantallas y unos artistas activos), que ahogaría al personaje de Dylan, su música, su mito. Con él la interacción es puramente musical y esta se da mejor en un espacio más pequeño e íntimo. En este aspecto los de Brooklyn se sitúan en el mismo plano que el de Minnesota. Con MGMT, la música y letra en sí son muy sensoriales, autosuficientes y si llegas a sentirlas, despegas. La diferencia con el álbum es que esa música se está elaborando en directo, ante tus ojos y sobre todo tus oídos. Puede que estos artistas por su forma de ser y su música no sólo no necesitan realmente juegos de pantallas o luces espectaculares, sino que incluso en ocasiones pueden tapar lo realmente interesante de la interacción. Que guste o no el grupo, eso es otra cosa. En este aspecto, “La Riviera” parece una elección acertada.
Al día siguiente del concierto he podido leer la crítica del concierto por parte de la revista Rolling Stone, que hice pasar a Álvaro, ambos quedamos sorprendidos. El periodista aseguró que el show llegó a ser “vulgarmente pop”. No he visto nada en el concierto ni en la música de MGMT que pueda parecerse mucho al pop, que sea el pop-rock de los 60’ o el pop comercial de los 90’. También echó la culpa al segundo disco, “Congratulations”, que “abandona el territorio de la inmediatez y frescura del primer trabajo para adentrarse en una propuesta mucho más ambiental y pausada”. Personalmente el segundo álbum me parece igual o mejor que el primero y en cuanto al concepto de “inmediatez” voy a citar un comentario que me soltó mi querido Alex Tejedor mientras hacíamos cola para el concierto de Oasis: “Aprecio aún más un álbum o grupo cuando me va gustando poco a poco”. Descubrir algo nuevo en arte siempre resulta interesante, si además gusta, extremadamente satisfactorio. Que no sea inmediato no significa que sea malo (ni tampoco bueno). “Inmediatez” me hace pensar en una canción comercial (que puede hacer pasar muy buenos ratos también), que gusta enseguida pero de forma efímera, mientras que si a medida que se descubre un artista o música se va apreciándolo cada vez más en el tiempo, ese artista se solidifica enormemente, como una amistad que se construye para toda la vida. MGMT no me convenció de primeras exceptuando a “Kids” y “Time to pretend” (el primer álbum es más fácil de acoger) y ahora son para mí una referencia y promesa. En cuanto a la “frescura”, si se refiere a innovador, ambos discos lo son a su manera. En cuanto a la “propuesta más ambiental y pausada”, no consigo mentalizar algún título realmente movedizo a parte de “Kids”. MGMT no propone hacerte saltar y chillar, más bien te propone otra herramienta que el ácido para marcarte un viaje. Nos habla también de un David no sé qué, el productor del primer disco y quién a buena parte del público le importa bien poco.
Esa tranquilidad en el escenario, esa “no-actitud” de la que habla el periodista en el artículo podría después de todo ser una de las señas de identidad del grupo. La simpatía y alegría se notaba en sus caras, factor que siempre alegra al público (“Si te diviertes sobre el escenario, el público también se divierte”, me dijo una vez mi profesor de teatro), y a pesar de que para algunos la falta de chicha por parte de los integrantes o la falta de más implicación escenográfica con juegos de pantallas y luces les dejó un poco deseosos, piensen que la adición de estos elementos podrían romper vuestra concepción de MGMT: unos chicos cuya seña de identidad para mi es su música y sus videoclips. Aunque extraño un poco el toque hippie de Andrew y Ben en los tiempos de Oracular Spectacular, no creo que eso haya llegado a forjarse como EL elemento que les caracteriza, y abandonarlo tal vez sea una señal de madurez, quien sabe. La actitud no debería tocarse, concuerda perfectamente con el estilo de música: melodioso, colocado y soñador; y es difícil de acoplarla con las letras mayoritariamente surrealistas. Si no son de los que se exaltan sobre el escenario, que no se fuercen, si que quedaría horroroso.
Una decoración tribal o exótica que remite a los entornos de sus clips más originales y fantasiosos más un vestuario como el que se pudo ver en algunos conciertos de la primera gira podrían estimular las gentes del público, yo incluido, esperemos a que el grupo haga más dinero. Por ahora me conformo con la camiseta de la portada de “Unknown PLeasures” (Joy Division) y ese pantalón con motivos orgánicos y colorados del guitarrista. Me imagino que como en muchas cosas, es una cuestión de gustos.
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